La plataforma de streaming Netflix se ha percatado en los últimos tiempos que las series y documentales de crímenes y asesinatos venden... y mucho. Por ello ha decidido contar a través de un fuerte documental la historia de Anabel Segura, la joven española que fue secuestrada en 1993, mientras corría por el barrio rico La Moraleja y que no apareció hasta 1995, cuando se descubrió su cadáver.

Tras producciones como 'Dahmer' o la serie-documental de los Hermanos Menéndez en Netflix el público quería más y gracias a ello llega '900 Días Sin Anabel', la historia real que revive los momentos en los que una mujer de 22 años fue raptada por dos sujetos y desde entonces inició un largo proceso de búsqueda en el que intervino la policía local, vecinos de la víctima y el intento incansable de su padre y madre por dar con su paradero.

Secuestrada por Emilio Muñoz y Cándido Ortiz, los malhechores hicieron creer que Anabel estaba viva por más de 900 días para ver si con ello conseguían extorsionar a la familia compuesta por el padre José Segura Nájera, empresario de profesión, y su madre Sigrid Foles, todo ello a pesar que Anabel fue asesinada horas después del 12 de abril de 1993.

Por el crimen Muñoz y Ortiz fueron sentenciados a una condena de 43 años, pero las repercusiones del caso sacudieron a España y se convirtieron en uno de los pilares para la mejora dentro de las operaciones y el manejo de secuestros en la nación ibérica.

¿Qué ocurrió con Anabel Segura?

A mediados de abril de 1993 Muñoz, agobiado por problemas económicos derivados de una compra de una casa, le propuso a Ortiz que realizaran un secuestro completamente al azar en un barrio rico y solicitaran dinero por rescate, algo a lo que accedió su amigo.

Mientras Anabel se encontraba haciendo ejercicio fue interceptada por Muñoz y Ortiz, los cuales la subieron a una camioneta blanca con la intención de buscar la compensación económica con sus padres.

Tras comunicarse con sus parientes y recibir una notificación de un jardinero que vio cuando Muñoz y Ortiz subían a Anabel al vehículo, según se ve en la serie de Netflix, inició el proceso de negociación que se extendió por años, con más de 14 intentos infructuosos durante más de dos años, a pesar que horas más tarde de ese 12 de abril terminaron asesinando a Anabel al temer que la fémina descubriera su identidad y la matrícula del vehículo posterior a una hipotética liberación.

Los problemas entre los secuestradores y Anabel habían comenzado desde que ella pensó que la estaban tomando para abusar sexualmente de ella, algo que Muñoz negó rotundamente en 2013 durante una charla para La Sexta.

"Le dije: 'No te preocupes. No somos de esa clase de gente. Estamos secuestrando. Queremos dinero'", explicó.

En la serie de Netflix logran recrear varios de los hechos que ocurrieron en la vida real, incluyendo un intento de escape de Anabel de la camioneta y cómo la trasladaron hasta una fábrica de ladrillos abandonada, donde habrían acabado con la vida de Segura.

¿Cómo fue la negociación para intentar recuperar a Anabel Segura con vida?

Las comunicaciones entre Muñoz y Ortiz con la familia siempre fueron complicadas. Los primeros intentos de los delincuentes buscaban entablar una conversación directa con el padre de Anabel, José.

Al no encontrarse disponible comenzaron a usar al amigo y abogado de la familia, Rafael Escuredo Rodríguez, como puente para comenzar el acuerdo de devolver a Anabel sana y salva, pero esto tampoco dio frutos.

En total fueron 14 intentos de demandas para regresar a Anabel, con la condición del pago de casi $100.000 dólares y amenazas de que de no cumplir las condiciones matarían a la rehen.

"Dígale (a José) que secuestramos a su hija, pero que está bien. No necesita nada, pero su seguridad depende de ustedes, de todos ustedes. Si no haces lo que decimos, o si descubrimos que has advertido a la policía, ella va a sufrir", amenazaron en el primer contacto con Escuredo.

El dinero fue recolectado por la familia gracias a préstamos, aportes de amigos y conocidos y hasta una hipoteca de su residencia. Sin embargo Ortiz o Muñoz nunca aparecieron, mientras España seguía muy de cerca el caso con protestas y clamores populares para la liberación de Anabel.

manifestación por Anabel Segura
Las manifestaciones no se hicieron esperar en toda España, esperando que esto ayudara a la liberación de Anabel Segura. Cortesía / Netflix

A los tres meses Ortiz, por pedido de la familia, envió una "fe de vida", que fue grabada por la esposa de Muñoz, Felisa, posteriormente condenada a 24 meses de prisión por su complicidad en el secuestro.

En ella Felisa imitaba a Anabel y aseguraba que se encontraba bien; en medio de lágrimas rogaba para que pagaran su rescate.

¿La anécdota principal? La grabación marcó la detención de Ortiz, Muñoz y Felisa, aunque muchos meses después.

La captura de los involucrados: una resolución sin un final feliz

La grabación de Ortiz, Muñoz y Felisa, en la que pretendían hacer creer que Anabel estaba con vida, fue llevada a la policía y difundida en medios de comunicación para intentar contribuir con la captura de los involucrados.

Al aparecer en la televisión española un individuo que conocía a Ortiz identificó su voz y de esta manera comenzó a resolverte del caso, aunque sin un final feliz.

La policía detuvo en septiembre de 1995 a Ortiz y ello llevó a la captura de Muñoz y Felisa. En principio Ortiz confesó el asesinato pero se negó a revelar dónde estaba enterrado el cuerpo de Anabel.

Dos días después la policía halló el cuerpo en un almacén de Numancia, Toledo, y sus padres pudieron darle sepultura.

En los tribunales Muñoz y Ortiz fueron sentenciados a 39 años de cárcel y más tarde la condena aumentó cuatro años más por nuevos elementos incriminatorios, que aumentaron los cargos.

El par cumplió su condena hasta que Ortiz murió consecuencia de un ataque cardíaco en 2009 y cuatro años más tarde, en noviembre de 2013, Muñoz salió en libertad al beneficiarse de la modificación de leyes en los tribunales locales.

Años después Muñoz fue entrevistado por sus actos y dijo que en todo momento supo que su acción fue un "grave error", pero que no se consideraba un peligro para la sociedad y que él pagó por su condena.

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