Decenas de miles de personas de todo el mundo acudieron a presentar sus respetos ante el ataúd del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, durante su velatorio. La cantidad de fieles que van a despedirse del que fuera el líder de la Iglesia Católica durante los últimos 12 años.

Sin embargo, por momentos, el velatorio parece más un evento de influencers que un funeral. Testigos están contando que la solemnidad del momento es constantemente interrumpida por una avalancha de celulares que se alzaban en el aire mientras el difunto pontífice yacía en su ataúd abierto bajo la majestuosidad de la cúpula vaticana.

En las redes sociales se puede ver cómo decenas de personas de todas las edades han desfilado frente a los restos del único Papa que ha sido de América Latina. Sin embargo, no todos se ven afectados por su muerte. Para algunos, es una ocasión más para presumir en sus publicaciones.

El diario británico The Mirror también recogió el ambiente, contando como no todos los visitantes honraron el momento histórico con silencio, ya que muchos optaron por inmortalizar la escena con sus cámaras. Otros sostenían sus dispositivos como si estuvieran en un concierto de rock, no en la solemne despedida final a un líder religioso mundial. Se prohibieron los palos para selfies, y las exigencias de decoro cayeron en saco roto, ya que la mayoría de los asistentes prestó más atención a la cámara que a la oración.

Reacciones encontradas de los dolientes

Martin y Catherine Gilsenan viajaron desde Wimbledon, al suroeste de Londres, durante sus vacaciones en Italia. Se unieron a la fila temprano para rendir homenaje al papa de 88 años, pero expresaron su decepción por el ambiente en la basílica.

"Los teléfonos móviles me parecieron muy desagradables", dijo Catherine. "Me sorprendió mucho que hubiera fotos".

Martin, quien anteriormente trabajó en servicios financieros, agregó: "Se les pedía a las personas que guardaran sus selfie sticks al llegar al frente".

También había mucha gente mirando a su alrededor y molesta con quienes hablaban por teléfono. Nosotros tenemos teléfonos, pero los guardamos en nuestros bolsillos y después encontramos un lugar dentro de la iglesia para 15 minutos de contemplación en silencio.

Pero incluso aquellos que vinieron buscando solemnidad se vieron arrastrados, al menos en parte, por un confuso cóctel de asombro y caos.

Un observador describió el desafío de vislumbrar a Francisco entre la multitud, pues al principio solo veía fragmentos de su túnica papal roja y su icónica mitra. Pero al acercarse, la visión se hizo más clara: la palidez cérea de su rostro, las cuentas del rosario en sus manos, un recordatorio tanto del hombre como de la gravedad de la ocasión.

Una fuente del Vaticano señaló que a Francisco le habían pintado las uñas para la presentación. El detalle enfatizó la naturaleza surrealista del momento: uno de los líderes espirituales más reconocibles del mundo, ahora inmóvil, seguía atrayendo una inmensa atención mundial.

Según las autoridades italianas, unas 19.000 personas visitaron la basílica solo el primer día. Se espera que la afluencia aumente hasta el viernes por la noche, cuando se cerrará el ataúd para preparar el funeral del sábado.

Un funeral masivo

Decenas de líderes mundiales, entre los que se destacan el presidente estadounidense Donald Trump y su esposa, la primera dama Melania Trump, el príncipe William y el presidente de Argentina Javier Milei, acudirán a las exequias del prelado de la Iglesia Católica.

Antes, se realizan nueve misas en su honor. Luego comenzará el Cónclave, para elegir al nuevo Papa.