El Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita, falleció a los 88 años, pocas horas después de hacer una aparición sorpresa en la Plaza de San Pedro el Domingo de Pascua para bendecir a miles de fieles. ¿Qué está pasando ahora en El Vaticano?

El Vaticano confirmó su fallecimiento la madrugada del lunes de Pascua. El cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Cámara Apostólica, anunció que el Papa falleció a las 7:35 a. m. en su residencia de la Domus Santa Marta tras una prolongada lucha contra una enfermedad respiratoria.

A medida que llegan los homenajes de todo el mundo, muchos se preguntan: ¿Qué sucede exactamente cuando un papa muere? La respuesta se basa en ritos de transición centenarios, pero los deseos del papa Francisco moldearán su viaje final de maneras notablemente diferentes.

El papel del camarlengo

Cuando un papa fallece, el Camarlengo es el primer funcionario en confirmar el fallecimiento. Siguiendo la tradición, el Camarlengo pronuncia el nombre de pila del papa —en este caso, "Jorge Mario"— tres veces antes de declararlo fallecido. El anillo papal se destruye entonces y sus aposentos privados se sellan.

El lunes, el cardenal Farrell cumplió con este deber y anunció públicamente el fallecimiento del Papa, marcando el inicio oficial de la Sede Vacante , el período durante el cual la sede papal está vacante.

El Papa Francisco pidió un funeral más sencillo

Si bien la muerte de un Papa generalmente desencadena una secuencia de ritos elaborados, el Papa Francisco había dejado en claro desde hacía tiempo que deseaba romper con la tradición en favor de la modestia y la humildad, valores centrales de su papado.

En abril de 2024, aprobó personalmente una versión revisada del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis (Ritos Funerarios del Romano Pontífice), simplificando numerosos aspectos de la ceremonia. Según AP News, estas revisiones buscaban desviar la atención de la grandeza hacia la dignidad pastoral.

Entre las decisiones más impactantes: el Papa Francisco será enterrado en un único ataúd de madera, revestido de zinc, en lugar de la tradicional estructura de tres ataúdes (ciprés, plomo y olmo). Este gesto simbólico refleja su compromiso con una "Iglesia pobre para los pobres".

Aún más significativo, el Papa pidió ser enterrado no bajo la Basílica de San Pedro —el lugar de descanso eterno de los papas—, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, lugar al que sentía una profunda devoción. Según Reuters, visitaba la basílica con frecuencia antes y después de sus viajes internacionales para rezar ante el icono de María, Salus Populi Romani.

El velatorio también reflejará estos cambios: en lugar de reposar en una plataforma elevada, el cuerpo del Papa será exhibido en un ataúd abierto dentro de la Basílica de San Pedro para permitir a los fieles una forma más discreta de presentar sus respetos.

Además, los nuevos ritos implicarán que la confirmación de la muerte se realice en la capilla privada del Papa en lugar de en su dormitorio, y se han omitido varios elementos ceremoniales, como la exhibición del báculo papal. Como informó Religion News Service, estas modificaciones buscan centrar la liturgia en la reflexión y el servicio, en lugar del espectáculo.

¿Quién dirige la Iglesia mientras tanto?

Hasta que se elija un nuevo papa, el Colegio Cardenalicio supervisa colectivamente la Iglesia. Sus poderes se limitan al gobierno cotidiano y a los preparativos funerarios. Durante este periodo, no se pueden tomar decisiones importantes, como pronunciamientos doctrinales o nombramientos.

El Cónclave: La elección del próximo Papa

Aproximadamente entre 15 y 20 días después de la muerte de un papa, se convoca un cónclave en la Capilla Sixtina. Allí, todos los cardenales menores de 80 años votan para elegir al próximo papa, requiriéndose una mayoría de dos tercios para declarar al ganador.

El proceso de votación es completamente secreto. Una vez elegido un nuevo papa, una columna de humo blanco sale de la chimenea de la capilla para anunciar al mundo que se ha elegido un sucesor.

Entierro y legado

Tras el funeral, el Papa Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, cumpliendo así su anhelo de permanecer espiritualmente conectado con los fieles romanos. Su Anillo del Pescador, símbolo del papado, será destruido ceremonialmente por el Camarlengo, poniendo fin oficialmente a su autoridad.

Francisco deja un legado de humildad, compasión y reforma. Su mandato se caracterizó por la defensa de los migrantes, la acción climática y una Iglesia más inclusiva. Sin embargo, las divisiones sobre las relaciones entre personas del mismo sexo, los escándalos de abuso y la resistencia de los tradicionalistas siguen siendo desafíos para su sucesor.

Mientras el mundo entra en un período de duelo, tanto los católicos como los observadores se están preparando para un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia, uno moldeado por la visión que llevó el Papa Francisco, incluso en la muerte.